Escribo estas líneas desde la más profunda indignación.
Tengo costumbre de dormirme escuchando la radio, no sé si es bueno o malo pero es lo que hago. Los fines de semana me gusta escuchar un programa que se llama “la rosa de los vientos”. No siempre lo puedo sintonizar y cuando eso ocurre busco alternativas.
Fue precisamente lo que pasó anoche. Buscando programas encontré uno en el que estaban enumerando los contenidos y anunciaron que iban a tratar el tema de las células madre aplicadas a la cura del Alzheimer. Fijé el dial y me dispuse a escuchar.
La cosa prometía. Iba bien encaminada hasta que de pronto escuché la mayor de las tonterías que un ser humano puede decir. El supuesto experto que trataba el tema derivó por otros derroteros y comentó que este tratamiento se debe coger con pinzas porque hay quien sospecha que la persona tratada con células madre podría llegar a tener recuerdos de la persona a la que pertenecían las células. Ignorante! No se puede ser más tonto.
Quién habla así es porque no tiene ni pajolera idea de lo que es una célula madre, ni de dónde sale y lo único que hace es oscurecer aún más, si es que esto es posible, todo lo que rodea a este tema. No todo el mundo que escucha la noticia tiene por qué tener una licenciatura en ciencias o ser un versado en el tema así que es muy posible que se crea a pie juntillas todo lo que le están contando y se dedique a santiguarse cada vez que en los telediarios muestren un avance en este campo.
Y es que el futuro de la medicina, no tengo ninguna duda, pasa por la investigación con células madre. Ahí está el principio del fin de muchas enfermedades devastadoras para las que actualmente sólo existe mejorar la calidad de vida del paciente. Es un trabajo duro y complicado porque además muchas enfermedades no tienen una única causa, lo que dificulta el descubrimiento de su cura.
Es un mundo nuevo lleno de vías por explorar. No se trata de crear otros seres a nuestra imagen y semejanza, ni de clonar al perro que se nos acaba de morir. Estamos hablando de algo que va mucho más allá de todo eso pero cuesta más a los científicos extender sus estudios que a los tontos hacer llegar su mensaje y seguramente tardaremos unas cuantas generaciones en aceptarlo, igual que sucedió antes con otros muchos avances, como cuando el hombre intentaba volar. Mientras unos morían en el intento otros sacaban teorías irrefutables en las que aseguraban que un artefacto más pesado que el aire nunca podría volar. Me gustaría saber que opinarían ahora si vieran lo que cruza por encima de nuestras cabezas.
Toda investigación tiene un comienzo y el hecho de que las primeras células madre provinieran de embriones no contribuyó a que se recibiera la notica de la mejor manera posible. El tema generó una gran cantidad de debates. Se crearon grupos detractores, que micrófono en mano demonizaban el nuevo descubrimiento creando grandes grupos de opinión en contra del hallazgo.
Lo peor es que la ciencia ha seguido su curso y ha realizado grandes avances mientras estos “defensores” de la ética siguen lanzando gritos al cielo estancados en aquellos primeros pasos.
Actualmente hay científicos, entre ellos el Dr. George Daley, que utilizan células adultas de piel para convertirlas en células madre en el laboratorio (si, células que extraen haciendo una pequeña biopsia en el brazo para la que apenas se requiere un poco de anestesia local). Esas mismas células, aunque muertas, que tiramos a millones cada vez que nos restregamos con la esponja en la ducha. Este gran experimento debería ser suficiente para acallar los gritos de los detractores, que siguen sumidos en su ignorancia, eso si en vez de seguir levantado el puño se dedicaran a leer las publicaciones científicas.
Falta mucho aún para que los avances que se llevan a los laboratorios vean sus frutos clínicamente pero el potencial que hay por delante es tan grande que se hace difícil de visualizar. Por eso las generaciones futuras, si les dejamos Planeta para vivir, hablaran de nosotros de la misma manera que nosotros lo hacemos ahora cuando hablamos de aquellos que juzgaron a Galileo por afirmar que la Tierra se movía. Sólo debemos decidir de qué bando queremos estar.
Tengo costumbre de dormirme escuchando la radio, no sé si es bueno o malo pero es lo que hago. Los fines de semana me gusta escuchar un programa que se llama “la rosa de los vientos”. No siempre lo puedo sintonizar y cuando eso ocurre busco alternativas.
Fue precisamente lo que pasó anoche. Buscando programas encontré uno en el que estaban enumerando los contenidos y anunciaron que iban a tratar el tema de las células madre aplicadas a la cura del Alzheimer. Fijé el dial y me dispuse a escuchar.
La cosa prometía. Iba bien encaminada hasta que de pronto escuché la mayor de las tonterías que un ser humano puede decir. El supuesto experto que trataba el tema derivó por otros derroteros y comentó que este tratamiento se debe coger con pinzas porque hay quien sospecha que la persona tratada con células madre podría llegar a tener recuerdos de la persona a la que pertenecían las células. Ignorante! No se puede ser más tonto.
Quién habla así es porque no tiene ni pajolera idea de lo que es una célula madre, ni de dónde sale y lo único que hace es oscurecer aún más, si es que esto es posible, todo lo que rodea a este tema. No todo el mundo que escucha la noticia tiene por qué tener una licenciatura en ciencias o ser un versado en el tema así que es muy posible que se crea a pie juntillas todo lo que le están contando y se dedique a santiguarse cada vez que en los telediarios muestren un avance en este campo.
Y es que el futuro de la medicina, no tengo ninguna duda, pasa por la investigación con células madre. Ahí está el principio del fin de muchas enfermedades devastadoras para las que actualmente sólo existe mejorar la calidad de vida del paciente. Es un trabajo duro y complicado porque además muchas enfermedades no tienen una única causa, lo que dificulta el descubrimiento de su cura.
Es un mundo nuevo lleno de vías por explorar. No se trata de crear otros seres a nuestra imagen y semejanza, ni de clonar al perro que se nos acaba de morir. Estamos hablando de algo que va mucho más allá de todo eso pero cuesta más a los científicos extender sus estudios que a los tontos hacer llegar su mensaje y seguramente tardaremos unas cuantas generaciones en aceptarlo, igual que sucedió antes con otros muchos avances, como cuando el hombre intentaba volar. Mientras unos morían en el intento otros sacaban teorías irrefutables en las que aseguraban que un artefacto más pesado que el aire nunca podría volar. Me gustaría saber que opinarían ahora si vieran lo que cruza por encima de nuestras cabezas.
Toda investigación tiene un comienzo y el hecho de que las primeras células madre provinieran de embriones no contribuyó a que se recibiera la notica de la mejor manera posible. El tema generó una gran cantidad de debates. Se crearon grupos detractores, que micrófono en mano demonizaban el nuevo descubrimiento creando grandes grupos de opinión en contra del hallazgo.
Lo peor es que la ciencia ha seguido su curso y ha realizado grandes avances mientras estos “defensores” de la ética siguen lanzando gritos al cielo estancados en aquellos primeros pasos.
Actualmente hay científicos, entre ellos el Dr. George Daley, que utilizan células adultas de piel para convertirlas en células madre en el laboratorio (si, células que extraen haciendo una pequeña biopsia en el brazo para la que apenas se requiere un poco de anestesia local). Esas mismas células, aunque muertas, que tiramos a millones cada vez que nos restregamos con la esponja en la ducha. Este gran experimento debería ser suficiente para acallar los gritos de los detractores, que siguen sumidos en su ignorancia, eso si en vez de seguir levantado el puño se dedicaran a leer las publicaciones científicas.
Falta mucho aún para que los avances que se llevan a los laboratorios vean sus frutos clínicamente pero el potencial que hay por delante es tan grande que se hace difícil de visualizar. Por eso las generaciones futuras, si les dejamos Planeta para vivir, hablaran de nosotros de la misma manera que nosotros lo hacemos ahora cuando hablamos de aquellos que juzgaron a Galileo por afirmar que la Tierra se movía. Sólo debemos decidir de qué bando queremos estar.