Me gusta el futbol. Punto. No me
voy a justificar por ello como tampoco me justifico porque me guste leer, los
juegos de mesa o ir a pasear.
Es posible que haya personas que
no entiendan este escrito, porque no sienten unos colores, porque el deporte
les da igual o por cualquier otra razón. No voy a juzgar como tampoco quiero
que me juzguen. Esto no va de eso.
Por diferentes circunstancias
personales, soy socia del Nàstic de Tarragona desde hace ya algunas temporadas
y lo miro de reojo desde hace bastante
más de quince años.
Seguir a este equipo, como a
cualquier otro club modesto, nada de llamarles pequeños porque son igual de
grandes o más que el más grande, supone vivir el sacrificio, la lucha, el compañerismo,
el trabajo en equipo, la cercanía de las personas que forman el club, del
primero al último.
En un año un poco complicado, con
grandes cambios en mi vida, esperar el partido del Nàstic cada fin de semana era un gran
aliciente. Un rato para olvidar los problemas y disfrutar del deporte, del
espectáculo, de la entrega de los jugadores y la afición….haciéndolo en
familia, compartir una afición, un mismo sentimiento, cantar, aplaudir.
En los partidos en casa,
deseábamos llegar al campo para disfrutar del ambiente, fuera y dentro del
estadio, de las conversaciones con los vecinos de butacas, de los aplausos
cuando salen Manolo y Ondoa a calentar y
al poco rato el resto del equipo al ritmo de ACDC o Guns&Roses.
Los partidos fuera los hemos
vivido en casa o en el bar del pueblo, en el que amablemente nos ponían el
partido y deseando siempre haberlos podido acompañar en los desplazamientos.
El año pasado, en estas fechas
celebrábamos un deseado ascenso a la categoría de plata del futbol español.
El momento vivido en la plaza de
la Font, tras la victoria con el Huesca, ya auguraba que algo grande iba a
venir….y vaya si ha venido.
Pero creo que nadie, nadie,
apostaba por que llegáramos a jugar el play off de ascenso…a primera.
Cada victoria de este equipo ha
sido una batalla ganada, no nos han regalado nada y sabemos lo que ha costado.
Cada derrota ha sido un obstáculo que se ha sabido saltar con agilidad. Los
gladiadores han subido escalón a escalón hasta lo más alto…y nos han llevado
con ellos.
Una vez asegurada la permanencia
en segunda, a bastantes jornadas del final, todo lo que ha venido después ha
sido un regalo de este gran equipo hacía la afición. Queríamos la permanencia y ellos nos han
llevado al play off.
Por eso tras el partido de ayer,
la sensación fue extraña y hubo lágrimas, porque negarlo.
Lágrimas de agradecimiento hacía
este club por todos los momentos buenos que nos ha dado, de emoción por ver el
abatimiento de los jugadores en medio del campo.
Las conversaciones con los
jugadores mucho rato después de finalizar el partido, como si de un aficionado
más se tratara, su caras de disculpa por no habernos podido brindar el ascenso,
sin saber que para muchos de nosotros, su objetivo estaba más que logrado. Sus sonrisas
y sus palmaditas en el hombro, sus choques de manos, sus guiños en respuesta al ánimo que les dábamos. Eso,
también los hace grandes.
Por aquellas injusticias del
deporte, el tercer mejor equipo de la temporada no sube y puede que lo haga el
sexto, algo que debería hacer reflexionar a los que hacen estas normas.
De lo que no hay duda es que la
próxima temporada volveremos a estar ahí, en nuestra butaca de siempre,
dispuestos a disfrutar de los colores de nuestro club, de los gladiadores y de
cada partido, independientemente del resultado.
Gracias a todos por hacernos
soñar, por los buenos momentos, por la cercanía, por estar a nuestro lado….
Y más ahora, que ya le hemos
dicho al mundo que estamos aquí, fins al final, Força Gimnàstic.