Es sutil, muy sutil. Casi un susurro. Un pequeño cambio que se está introduciendo poco a poco y que irá ganando terreno sin que lo notemos. Hoy un poco. Mañana un poco más. Así hasta completar el proceso. Pero si nos tiene que servir para salir adelante, benditos cambios.
Explico como una situación concreta y un momento de reflexión me ha llevado a unas conclusiones. Estoy de vacaciones, de unas creo que merecidas pero sobretodo necesitadas vacaciones.
El primer día, un pequeño susto con mi abuela hace que la tengamos que llevar de urgencias al CAP de Torredembarra. Afortunadamente esta vez todo acaba en el hospital de Santa Tecla con algo más de 12 puntos y un poco de reposo.
Seguidamente al incidente lo primero que hacemos es acudir al centro de urgencias más cercano. Coincide que es el CAP de Torredembarra. No me puedo quejar del trato, podría haber sido mejor, siempre es posible hacer más, pero a pesar de las personas que están esperando, la entran directamente en el box.
Estando allí presencio una conversación telefónica del médico de guardia. Este da todo tipo de explicaciones indicando que necesita una ambulancia para que venga a buscar a un paciente, que debe ser trasladado a su domicilio, pero no puede hacerlo con medios propios.
Por su cara y a que continúa insistiendo en explicaciones, podemos intuir que se la están denegando. Finalmente cuelga sin haber conseguido que le hagan caso.
Comentamos lo que acabamos de presenciar. Parece increíble que a un médico se le deniegue la prestación de un servicio a pesar de que hace hincapié en la gravedad de la situación. Esto deben ser los recortes, apunta alguien.
Después en silencio, mirando alrededor en la sala de espera, no es difícil hacer una valoración de la situación. Es como un pequeño espacio muestral representativo del total de una población.
Niños corriendo pasillo arriba, pasillo abajo, incansables durante dos horas, a pesar de que sus madres insisten en que están enfermos. Otra, algo más crecidita, cantando a todo volumen. Otra acosando al médico cada vez que este sale a llamar a un paciente (cosa que el tipo aguanta estoicamente sin entrar al trapo). Otros explicando, parece que para todos los que estamos allí sentados, los días que van a quedarse aquí... Todo ello en lo que se supone que es la sala de urgencias de un CAP, con las implicaciones que ello conlleva. El último lugar donde cualquiera debería odiar estar más de dos minutos.
Absorta en mis propios pensamientos enlazo ideas que me llevan a pensar en la situación en la que nos hayamos inmersos y que no, sin duda no es fácil la papeleta que tienen los que nos gobiernan frente a la misma.
Lo que si se me antoja imposible es que a mí, a una simple mortal que peca de ver y oír, allí mismo se le acabe de ocurrir una de las muchas medidas posibles para poder hacer frente a la crisis mientras que el gobierno, que cuenta con asesores expertos, trabajo por el que reciben cantidades ingentes de dinero, no lo hayan visto de la misma manera.
Como la conversación es conmigo misma, yo sola me respondo y creo que es obvio que evidentemente lo han visto pero falta voluntad y sobre todo valentía política. Que prima más anunciar a bombo y platillo medidas muy, muy populares que les garanticen la continuidad en el asiento pero que nos llevan, como a tontos, marcha atrás. Que es una memez que no sean capaces de hacer frente común todos juntos para ofrecer soluciones. Mientras, creo que las auténticas medidas, las que de verdad nos pueden sacar de esto se van tomando en la sombra, ¿por qué? Porque seguro aparecería alguien que se dedicara a hacer partidismo con ellas. Porque la demagogia ocupa las portadas del Vanity Fair. La situación es lo bastante grave y nos merecemos políticos que los de un lado de verdad hagan frente a la crisis y los del otro lado sepan respaldar las medidas. Necesitamos que tengan la capacidad necesaria de proponer medidas a priori impopulares y tener valor para explicarlas, que a largo plazo puedan resultar más productivas y sabias para el bien del país, no para el propio. Esta cosa se me antoja muy difícil en este país en el que parece que tengan que ser políticos de manual por que los serviles estarán ahí recordándoles que no se desvíen del camino marcado por unas normas absurdas no escritas y aplaudiendo cualquier tontería más que pueda ocurrírseles, por si acaso algún día…
Lo que si tenemos en España es un refranero muy sabio que dice que cuando las barbas de tu vecino veas cortar…
Explico como una situación concreta y un momento de reflexión me ha llevado a unas conclusiones. Estoy de vacaciones, de unas creo que merecidas pero sobretodo necesitadas vacaciones.
El primer día, un pequeño susto con mi abuela hace que la tengamos que llevar de urgencias al CAP de Torredembarra. Afortunadamente esta vez todo acaba en el hospital de Santa Tecla con algo más de 12 puntos y un poco de reposo.
Seguidamente al incidente lo primero que hacemos es acudir al centro de urgencias más cercano. Coincide que es el CAP de Torredembarra. No me puedo quejar del trato, podría haber sido mejor, siempre es posible hacer más, pero a pesar de las personas que están esperando, la entran directamente en el box.
Estando allí presencio una conversación telefónica del médico de guardia. Este da todo tipo de explicaciones indicando que necesita una ambulancia para que venga a buscar a un paciente, que debe ser trasladado a su domicilio, pero no puede hacerlo con medios propios.
Por su cara y a que continúa insistiendo en explicaciones, podemos intuir que se la están denegando. Finalmente cuelga sin haber conseguido que le hagan caso.
Comentamos lo que acabamos de presenciar. Parece increíble que a un médico se le deniegue la prestación de un servicio a pesar de que hace hincapié en la gravedad de la situación. Esto deben ser los recortes, apunta alguien.
Después en silencio, mirando alrededor en la sala de espera, no es difícil hacer una valoración de la situación. Es como un pequeño espacio muestral representativo del total de una población.
Niños corriendo pasillo arriba, pasillo abajo, incansables durante dos horas, a pesar de que sus madres insisten en que están enfermos. Otra, algo más crecidita, cantando a todo volumen. Otra acosando al médico cada vez que este sale a llamar a un paciente (cosa que el tipo aguanta estoicamente sin entrar al trapo). Otros explicando, parece que para todos los que estamos allí sentados, los días que van a quedarse aquí... Todo ello en lo que se supone que es la sala de urgencias de un CAP, con las implicaciones que ello conlleva. El último lugar donde cualquiera debería odiar estar más de dos minutos.
Absorta en mis propios pensamientos enlazo ideas que me llevan a pensar en la situación en la que nos hayamos inmersos y que no, sin duda no es fácil la papeleta que tienen los que nos gobiernan frente a la misma.
Lo que si se me antoja imposible es que a mí, a una simple mortal que peca de ver y oír, allí mismo se le acabe de ocurrir una de las muchas medidas posibles para poder hacer frente a la crisis mientras que el gobierno, que cuenta con asesores expertos, trabajo por el que reciben cantidades ingentes de dinero, no lo hayan visto de la misma manera.
Como la conversación es conmigo misma, yo sola me respondo y creo que es obvio que evidentemente lo han visto pero falta voluntad y sobre todo valentía política. Que prima más anunciar a bombo y platillo medidas muy, muy populares que les garanticen la continuidad en el asiento pero que nos llevan, como a tontos, marcha atrás. Que es una memez que no sean capaces de hacer frente común todos juntos para ofrecer soluciones. Mientras, creo que las auténticas medidas, las que de verdad nos pueden sacar de esto se van tomando en la sombra, ¿por qué? Porque seguro aparecería alguien que se dedicara a hacer partidismo con ellas. Porque la demagogia ocupa las portadas del Vanity Fair. La situación es lo bastante grave y nos merecemos políticos que los de un lado de verdad hagan frente a la crisis y los del otro lado sepan respaldar las medidas. Necesitamos que tengan la capacidad necesaria de proponer medidas a priori impopulares y tener valor para explicarlas, que a largo plazo puedan resultar más productivas y sabias para el bien del país, no para el propio. Esta cosa se me antoja muy difícil en este país en el que parece que tengan que ser políticos de manual por que los serviles estarán ahí recordándoles que no se desvíen del camino marcado por unas normas absurdas no escritas y aplaudiendo cualquier tontería más que pueda ocurrírseles, por si acaso algún día…
Lo que si tenemos en España es un refranero muy sabio que dice que cuando las barbas de tu vecino veas cortar…
En estos momentos, Grecia ya no me parece tan lejana…