Pues sí, ya estamos a 31 de
diciembre. Por si alguien aún no lo ha notado se acaba 2014 e inauguramos un
año nuevo, el 2015, en el que todos tenemos esperanzas.
Esperanzas de que se cumplan
nuestros sueños, de que se acabe la crisis, de que sigamos con salud, de que…,
de que…, buenos propósitos y actitudes, porque tener malos propósitos es en sí
mismo un despropósito y lo que queremos, o deberíamos querer, es mejorar nosotros
e intentar mejorar la vida de las
personas que viven a nuestro alrededor.
A estas alturas ya del día, como
dice la eterna canción, hacemos el balance de lo bueno y malo…pero yo no voy a
hacer balance de lo malo, para qué hacerlo, para qué prolongar aquello que no
nos ha servido para nada, para qué acordarnos de los momentos que hemos
olvidado.
Mejor hacer balance de lo bueno,
mejor revisar las fotografías de aquellos momentos que decidimos inmortalizar
cuando ocurrían para que su recuerdo nos acompañara siempre. Y si lo hicimos,
si decidimos sacar la cámara y apretar el disparador fue porque aquel momento
era especial para nosotros, porque algo estaba sucediendo que nos estaba
haciendo si no felices, cuanto menos sentirnos bien. Y ha sido haciendo justo
eso, revisando las fotografías que han inmortalizado mi vida durante estos
últimos 365 días que me doy cuenta de lo rápido que han pasado, de las muchas
cosas que he vivido y de todas las sonrisas que provocaron en su día y que esta
tarde de nuevo, he vuelto a repetir.
Un año con experiencias de todo
tipo: las buenas inmejorables, las malas, algunas con resultado positivo y de
las otras, ya no me acuerdo.
Y lo mejor de las fotografías es
ver las personas que forman parte de ellas. Caras de ilusión, de felicidad, de
ternura, de amistad, de cariño,…sentimientos profundos que hacen que me sienta feliz
y un poco nostálgica. Que hacen que me acuerde de los que ya no están
físicamente pero que siempre estarán en mi corazón y que seguro estarían
felices de ver todas esas fotografías conmigo, de ver que el ángel que dejaron,
lo está haciendo bien, muy bien.
Porque no me puedo quejar, sólo me
queda dar las gracias al 2014 por todos esos buenos momentos y pedirle al año
nuevo, por cumplir la tradición, que pueda seguir teniendo la suerte de contar
con esa familia tan increíble y excepcional que tengo y con el cariño de tanta
y tanta gente maravillosa, unos cerquita y otros más lejos, pero gente a la que
quiero de verdad y no voy a nombrar porque no quiero cometer la injusticia de
dejarme a nadie, ellos saben quiénes son, porque forman parte de mi vida. Con
ellos todo es mucho más fácil y no hay nada que una buena charla, una
conversación de wassap para los que no estamos en contacto diario, una coca-cola,
un sopar al carrer, un café, un libro, un paseo, una llamada, un chiste….no
pueda arreglar. Pequeños grandes momentos que pasan a engrosar la carpeta de las
fotografías imborrables. Y por pedir un poco más, me acuerdo de aquellos a los que quiero y que
están más allá luchando por una libertad que confiemos algún día, y porque no
2015, les sea devuelta. Mi pensamiento siempre con ellos.
Y doy gracias por los momentos buenos
que vendrán y por la fuerza para superar los otros.
Feliz 2015.
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