Últimamente estoy viviendo muy de
cerca el caso de personas, altamente cualificadas y competentes en su trabajo, que han sido
despedidas por razones cuestionables e incluso inexplicables.
Podríamos echar la culpa a la
crisis, pero esta ya no es la única razón. Estas medidas a las que recurren las
empresas, vienen sustentadas en una reforma laboral que, viniendo de un partido
de derechas, mira más por el empresario que por el propio trabajador.
Y es que ahora, que en menos de
un mes volvemos a tener elecciones generales, me enciendo cada vez que veo los
resultados de las encuestas. No entiendo como un partido como el PP, sigue
siendo el primero.
Un partido lleno de casos de
corrupción, en el que cada día salen más casos en la televisión y dudo de que
lo peor haya venido aún.
Un partido que se ríe de nosotros,
que nos miente y manipula (tácticas muy parecidas a las del PSC-PSOE) y todo
ello sin el menor rubor.
Miro a mí alrededor y veo a la
clase obrera, la gente trabajadora, la que siempre ha luchado por sacar
adelante el país y creo que somos mayoría. No veo la política de derechas
reflejada en sus caras y por eso, porque creo que somos más, no entran en mi
cabeza los resultados previstos.
¿Quién les vota? ¿Sabemos qué
consecuencias tiene nuestro voto?
La acción de introducir una
papeleta en una urna, es mucho más que escoger al partido que nos va a gobernar
en los próximos años.
Meter la papeleta en la urna
supone avalar una manera de gobernar.
Desde mi humilde espacio, quiero
recordar que votar al PP, representa:
-
Reformas que hacen que las empresas puedan
despedirnos cuando quieran.
-
Que estudiar dentro de poco esté sólo al alcance
de los que puedan pagarlo.
-
Una subida continua de impuestos.
-
Cero medidas medioambientales y ninguna apuesta
por las energías renovables.
-
Beneficiar a los que más tienen con medidas
fiscales satisfactorias para ellos.
-
Incrementar los beneficios de las compañías eléctricas.
-
Reducción de ayudas y subvenciones para la clase
obrera.
-
Pagar más impuestos que ningún otro país de
Europa por la cultura.
-
Encarecer la sanidad.
-
Recortes en las pensiones más bajas.
Así podríamos continuar la lista
de desagravios hacia los mismos de siempre.
Me gustaría que de verdad, cuando
depositáramos la papeleta, estuviéramos seguros de las consecuencias que ello
trae para todos.
Basta ya de la política del miedo.
De las amenazas. De la demagogia.
No albergo muchas esperanzas
viendo las encuestas, pero aún me queda una pequeña ilusión de que el país
despierte, que la clase obrera abra los ojos y pongamos fin a la basura de
siempre, a la que se tapa entre ella, la de los enchufismos y los amiguismos y recuperemos la política de verdad.
La de la transparencia, la de la calle.
Ya falta menos.
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