Me gusta leer a Arturo Pérez-Reverte. Desde hace muchos años le sigo. Tengo toda su bibliografía, desde el primer título hasta el último, y por si fuera poco, cada semana guardo los escritos que publica en el dominical. De tanto en tanto me gusta releerlos y recuerdo el por qué los guardo.
La razón es simple. Es una persona que tiene la libertad de decir lo que quiere y como quiere y encima llama a las cosas por su nombre. Para él, el culo se llama culo y se escribe de la misma manera, sin más rodeos lingüísticos y no será por que ande escaso de vocabulario.
Leo con nostalgia aquellos escritos que dedica a hablar del honor, de aquellos tiempos en los que la palabra de un hombre valía mucho más que cualquier firma estampada en un documento, donde las diferencias se saldaban con un simple apretón de manos. Me resulta fácil imaginar a Quevedo o a Lope de Vega envueltos en sus capas negras andando al anochecer por las empedradas calles del Madrid de la época. De todos los lugares que conozco, Toledo, es el mejor sitio para, en la actualidad, empaparse de aquellos tiempos en los que Bécquer no podía faltar a la cita.
Cuanto han cambiado las cosas ahora. Las palabras, desgraciadamente, cada vez tienen menos valor y después de analizarlo pueda ser debido a que, entre nosotros, cada vez hablamos menos. El trabajo y los quehaceres diarios nos quitan un tiempo precioso.
Como ya he dicho muchas veces antes en este blog, me gusta conversar. Me gusta tener gente alrededor con la que poder hablar y con la que tener la suficiente confianza para decir las cosas de manera clara y meridiana, sin rodeos. Eso me permite ser yo misma. Algunos me advirtieron, que al entrar en el mundo de la política esto iba a cambiar. De momento, y afortunadamente, no puedo darles la razón. No puedo negar que las cosas hayan cambiado pero no necesariamente en un sentido negativo. He conocido gente que realmente vale la pena, grandes conversadores, de todos los colores, de los que cada día tengo algo que aprender. La actitud de otros ha cambiado, pero cada uno lo lleva como puede o sabe. Durante el viaje al Sahara, en el que las tertulias eran interminables largas, horas enteras hablando de cualquier tema, alguien nos preguntó que hacíamos durante un día de manera habitual. En respuesta le expliqué como era un día normal en mi vida. Trabajo por la mañana, trabajo por la tarde, reuniones por la noche...Abriendo los ojos como platos, mi interlocutor me preguntó: ¿y cuando vivís?. Es una pregunta que aún todavía resuena en mi mente. Pocas veces suelo quedarme sin palabras pero esta ocasión fue una de ellas. Allí, sentados en el suelo sobre una alfombra, no supe que contestar. Ahora, muchas veces me repito esa pregunta a mi misma para recordarme las cosas importantes de la vida, para recordarme que las oportunidades se dan una vez y hay que aprovecharlas. Me gustaría tener más decisión en algunos aspectos pero una es como es y no puedo remediarlo. Ando buscando que cada día me enseñe algo nuevo y casi lo estoy consiguiendo. ¿Hablamos?
La razón es simple. Es una persona que tiene la libertad de decir lo que quiere y como quiere y encima llama a las cosas por su nombre. Para él, el culo se llama culo y se escribe de la misma manera, sin más rodeos lingüísticos y no será por que ande escaso de vocabulario.
Leo con nostalgia aquellos escritos que dedica a hablar del honor, de aquellos tiempos en los que la palabra de un hombre valía mucho más que cualquier firma estampada en un documento, donde las diferencias se saldaban con un simple apretón de manos. Me resulta fácil imaginar a Quevedo o a Lope de Vega envueltos en sus capas negras andando al anochecer por las empedradas calles del Madrid de la época. De todos los lugares que conozco, Toledo, es el mejor sitio para, en la actualidad, empaparse de aquellos tiempos en los que Bécquer no podía faltar a la cita.
Cuanto han cambiado las cosas ahora. Las palabras, desgraciadamente, cada vez tienen menos valor y después de analizarlo pueda ser debido a que, entre nosotros, cada vez hablamos menos. El trabajo y los quehaceres diarios nos quitan un tiempo precioso.
Como ya he dicho muchas veces antes en este blog, me gusta conversar. Me gusta tener gente alrededor con la que poder hablar y con la que tener la suficiente confianza para decir las cosas de manera clara y meridiana, sin rodeos. Eso me permite ser yo misma. Algunos me advirtieron, que al entrar en el mundo de la política esto iba a cambiar. De momento, y afortunadamente, no puedo darles la razón. No puedo negar que las cosas hayan cambiado pero no necesariamente en un sentido negativo. He conocido gente que realmente vale la pena, grandes conversadores, de todos los colores, de los que cada día tengo algo que aprender. La actitud de otros ha cambiado, pero cada uno lo lleva como puede o sabe. Durante el viaje al Sahara, en el que las tertulias eran interminables largas, horas enteras hablando de cualquier tema, alguien nos preguntó que hacíamos durante un día de manera habitual. En respuesta le expliqué como era un día normal en mi vida. Trabajo por la mañana, trabajo por la tarde, reuniones por la noche...Abriendo los ojos como platos, mi interlocutor me preguntó: ¿y cuando vivís?. Es una pregunta que aún todavía resuena en mi mente. Pocas veces suelo quedarme sin palabras pero esta ocasión fue una de ellas. Allí, sentados en el suelo sobre una alfombra, no supe que contestar. Ahora, muchas veces me repito esa pregunta a mi misma para recordarme las cosas importantes de la vida, para recordarme que las oportunidades se dan una vez y hay que aprovecharlas. Me gustaría tener más decisión en algunos aspectos pero una es como es y no puedo remediarlo. Ando buscando que cada día me enseñe algo nuevo y casi lo estoy consiguiendo. ¿Hablamos?
Cuanta razón tienes Marta, las prisas, el correr, el querer llegar a todo no nos permite disfrutar de lo mas cercano, de lo mas superfluo, del dia a dia...., nos faltan horas en el dia y en la noche, y eso que disfrutamos de la misma cantidad de horas que en el resto de paises, culturas... pero nunca son suficientes, aunque pudieramos tener más horas nunca serian suficientes, quizas por eso hemos terminado pagando por ese tiempo precioso que se nos escapa minuto a minuto, segundo a segundo, pagamos para que un gestor nos realice tramites, pagamos para que una "canguro" esté con nuestros hijos mientras nosotros trabajamos, pagamos por trenes de alta velocidad que nos permiten llegar antes a nuestros destinos para una vez allí seguir corriendo, y ese correr nos impide pararnos el tiempo suficiente para conversar con una amigo al que hace tiempo que no vemos, o cuando lo hacemos nos interrumpe una llamada del maldito movil al que hacemos más caso que al amigo y con un "hasta pronto que tengo prisa " nos despedimos poniendo fin a ese fugaz encuentro.
ResponderEliminarRespecto a la palabra, al valor de la palabra, solo estoy en parte de acuerdo contigo, depende de quien haya dado su palabra, conozco personas, y estoy seguro que tú tambien, que mantienen la palabra dada y que no cambian o utilizan el sentido de esta por su propio interes y beneficio, en ocasiones es suficiente con mirar hacia atras para ver lo que algunos dijeron sobre una cuestion concreta y lo que al cabo de tiempo mantienen, ese contraste es suficiente para saber sin son personas de fiar, personas de palabra o como diria el Capitan Alatriste personas de honor.
Gracias anónimo por tus palabras. Realmente has definido perfectamente lo que intentaba transmitir. Me consuela saber que no soy la única que siente desazón ante el aislamiento personal hacía el que vamos encaminados, cosa que deduzco de tus palbras. Últimamente siento mucho la sensación de que veo personas a las que tengo mucho que decir pero por un motivo u otro nunca encuentro el momento. Quizá se trate de eso de que estamos cambiando los valores. Me he propuesto poner solución a esto.
ResponderEliminarEn cuanto al valor de la palabra, a mi me gustaría seguir confiando en las personas que dan la suya, me da miedo perder esa confianza en algo que ha existido siempre y tan fundamental como es el honor de las personas, entonces ¿qué nos quedaría?
Saludos
Aquest comentari no ho escric per publicar-ho al teu blog, ho escric per descarregar la meva indignació davant d'un fet que encara no puc entendre.
ResponderEliminarL'altre dia en va comentar un amic que es va quedar sense feina i que per aixo estaba molt preocupat, en deia que va entrar a la pagina web de l'ajuntament per veure quins serveis o informació podria trobar per començar la seva recerca de feina, en deia que a la pagina web havia trobat informacio d'un servei municipal que es diu Club de feina on informaven de les caracteristiques d'aquest servei t'ho descriu tal i com qualsevol veí ho pot veure a la mateixa pagina:
atencio al public en horari de tardes,
ordinadors,
fax,
telefon,
premsa diaria, prensa especialitzada
material didactic
ofertes de treball
personal tecnic per l'orientació
Aquesta es la crua realitat:
De ordinadors ( en plural ) res de res, un únic ordinadors i sense connexió a Internet
El fax encara ho esta buscant, el telefon ho mateix
de premsa diaria i especialitzada ??? Linia Valles potser?
material didactic ???? suposo que es refereix a la informacio de com fer un curriculum
ofertes de treball si que es troben al taulell d'anuncis, potser són les mateixes de l'oficina de l'atur de Mollet.
Respecte al personal tecnic d'orientació no vaig trobar a ningú, la conserge en va ajudar a connectar l'ordinador
En sembla de desde l'ajuntament no es prenem seriosament aquesta qüestió, la Llagosta es dels municipis amb més atur de la comarca i amb un servei com aquest mal equipat i sense ningú que ens pugui ajudar.
No anem bé,
Benvolgut anònim,
ResponderEliminarrespectaré la teva petició de no publicar el teu missatge al meu blog però, donat que no m'has deixat cap correo electrònic ni sé qui ets per poder-me adreçar a tu, aquesta és l'única manera que se m'acut per a contestar-te.
No tinc motius per a no creure't, però jo no tinc la percepció de que el que m'expliques estigui funcionant així. Ho comprovaré personalment i si és tal i com tu ho dius ho arreglarem, en la mesura que poguem o ens deixin. Això ha de ser una eïna eficaç i ha de cumplir al 100% la seva finalitat, si no, no te cap sentit.
Agraeixo el teu comentari i que hagis utilitzat el meu blog com a medi de comunicació. Et contestaré alguna cosa tan aviat ho hagi comprovat.
Salutacions
Marta
Estoy sentada desayunando. Tranquila, relajada despues de una ducha.Mi mente esta en otro lugar. Un lugar de paz y tranquilidad...hasta dentro de 20m. Entonces empieza el gran maratón. Levanta a la niña, desayuno, las peleas de la mañana ( no me quiero levantar, no quiero desayunar, me quiero quedar en la cama.tc..). La misma rutina de cada día. Cuando tendria que ser un placer el poder levantar a mi hija, siempre se hace una carrera. Corre a desayunar, corre que tenemos que ir al banco, corre que se nos ha hecho tarde y tenemos que abrir la tienda...
ResponderEliminarDe vez en cuando le digo a mi marido...lo dejaria todo por irme a la montaña y...VIVIR.
Lo que estamos haciendo es sobrevivir de cualquier manera. Esta sociedad nos esta quitando todos los valores que quedan, respeto a los demás, comprensión, compasión...
Nuestros hijos ya no saben que quieren decir esas palabras...y nosotros, tengo mis dudas.
No nos preocupamos por lo que le ocurra al vecino, porque, la verdad, no tenemos tiempo.Después, cuando nos enteramos que le ha ocurrido algo, exclamos un...que pena, con lo buena persona que era..( y lo que podriamos heberle ayudado).
En conlusión. Tenemos lo que nos merecemos. Vivimos en una sociedad en la que tenemos que tener un buen coche, una buena casa con todo lujo de detalles, unas buenas vacaciones ( y sobre todo mejores que las de la vecina)...pero para eso, siempre, sacrificamos lo mas importante...la familia, los hijos, nuestra pareja...
Estamos en una espiral de la cual es dificil salir...pero saldremos.