Parece que fue ayer cuando Neil Armstrong dio un pequeño paso para el hombre pero un gran paso para la humanidad. El 20 de julio se conmemoran 40 años de este gran hito histórico. Pero Armstrong no lo hizo solo, con él, a bordo del Apolo 11, iban Edwin Aldrin y Michael Collins, los grandes olvidados.
No es la primera vez que un hecho histórico obvia a una de las partes implicadas en la consecución de los éxitos. El mismo caso se vive en la conquista del pico más alto del mundo, el Everest, hace ya 56 años. Todo el mundo recuerda al neozelandés Edmund Hillary como el primer humano que alcanzó la cima del mundo pero seguramente pocos recuerdan a la persona que lo acompañó en su ascensión y sin el cual probablemente Hillary no lo hubiera conseguido, me refiero al sherpa Tenzing Norgay.
El mismo año Watson y Crick hicieron un gran paso para la ciencia desvelando la estructura del ADN, por lo que sus nombres permanecerán para siempre unidos a esta famosa molécula. Como en los casos anteriores tampoco ellos lo hicieron solos. Si no se hubieran cruzado en sus caminos Wilkins y Rosalind Franklin y esta última no hubiera tenido un pequeño “descuido”, seguramente hoy estarían ocupando otro lugar en los libros de ciencia. Con todos ellos la historia no se ha comportado de la misma manera. Hemos atribuido todos los méritos a unos pocos, olvidando injustamente al resto de los que participaron de esos logros. Algo más propio de la sociedad actual más individualista y en algunos aspectos despreocupada. Los contemporáneos de sus épocas debieron pensar que una vez alcanzada la cima del mundo, descubierto uno de los mayores secretos de la vida y pocos años más tarde conquistada la Luna ya estaba todo hecho.
Qué poco podía nadie entonces imaginar hasta donde podía llegar la humanidad.
Quiero que este escrito se convierta en mi pequeño homenaje para todos aquellos hombres y mujeres, antiguos y presentes, que han luchado y luchan que han perseguido y persiguen la conquista de unos objetivos en beneficio de la humanidad. Para todos aquellos que permanecerán injustamente en el anonimato a pesar de haber centrado sus esfuerzos en unos trabajos que posiblemente tengan poco eco popular pero fundamentales para nuestra evolución y solo por haber preferido vivir entre probetas en lugar de hacerlo dando patadas a un balón.
A todos los científicos que centran sus investigaciones en un futuro donde enfermedades terribles no sean más que un mal recuerdo. Que luchan con obstáculos moralistas y éticos absurdos de personas desinformadas y desinformantes.
Solo unos pocos podrán añadir su nombre a la lista de los destacados pero todos y cada uno de ellos cuenta con un equipo de personas sin las cuales su trabajo no sería posible. Por que son los grandes olvidados y por que no se les brinda la atención mediática necesaria. Entre todos forman un gran equipo humano y profesional que lejos de jugar a ser Dios luchan por combatir las grandes plagas de nuestra era.A todos, gracias por el esfuerzo y por no cejar en el intento a pesar de todas las trabas mediáticas, intereses creados e intentos fallidos.
No es la primera vez que un hecho histórico obvia a una de las partes implicadas en la consecución de los éxitos. El mismo caso se vive en la conquista del pico más alto del mundo, el Everest, hace ya 56 años. Todo el mundo recuerda al neozelandés Edmund Hillary como el primer humano que alcanzó la cima del mundo pero seguramente pocos recuerdan a la persona que lo acompañó en su ascensión y sin el cual probablemente Hillary no lo hubiera conseguido, me refiero al sherpa Tenzing Norgay.
El mismo año Watson y Crick hicieron un gran paso para la ciencia desvelando la estructura del ADN, por lo que sus nombres permanecerán para siempre unidos a esta famosa molécula. Como en los casos anteriores tampoco ellos lo hicieron solos. Si no se hubieran cruzado en sus caminos Wilkins y Rosalind Franklin y esta última no hubiera tenido un pequeño “descuido”, seguramente hoy estarían ocupando otro lugar en los libros de ciencia. Con todos ellos la historia no se ha comportado de la misma manera. Hemos atribuido todos los méritos a unos pocos, olvidando injustamente al resto de los que participaron de esos logros. Algo más propio de la sociedad actual más individualista y en algunos aspectos despreocupada. Los contemporáneos de sus épocas debieron pensar que una vez alcanzada la cima del mundo, descubierto uno de los mayores secretos de la vida y pocos años más tarde conquistada la Luna ya estaba todo hecho.
Qué poco podía nadie entonces imaginar hasta donde podía llegar la humanidad.
Quiero que este escrito se convierta en mi pequeño homenaje para todos aquellos hombres y mujeres, antiguos y presentes, que han luchado y luchan que han perseguido y persiguen la conquista de unos objetivos en beneficio de la humanidad. Para todos aquellos que permanecerán injustamente en el anonimato a pesar de haber centrado sus esfuerzos en unos trabajos que posiblemente tengan poco eco popular pero fundamentales para nuestra evolución y solo por haber preferido vivir entre probetas en lugar de hacerlo dando patadas a un balón.
A todos los científicos que centran sus investigaciones en un futuro donde enfermedades terribles no sean más que un mal recuerdo. Que luchan con obstáculos moralistas y éticos absurdos de personas desinformadas y desinformantes.
Solo unos pocos podrán añadir su nombre a la lista de los destacados pero todos y cada uno de ellos cuenta con un equipo de personas sin las cuales su trabajo no sería posible. Por que son los grandes olvidados y por que no se les brinda la atención mediática necesaria. Entre todos forman un gran equipo humano y profesional que lejos de jugar a ser Dios luchan por combatir las grandes plagas de nuestra era.A todos, gracias por el esfuerzo y por no cejar en el intento a pesar de todas las trabas mediáticas, intereses creados e intentos fallidos.
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