He tenido la suerte de conocerlo
y me siento muy afortunada por ello. Cierto es, que no hemos compartido demasiados momentos
juntos pero han sido suficientes para aprender a valorarlo, respetarlo y
sobretodo recordarlo.
A través de Pedro, compañeros
inseparables, hemos podido conocer de sus hazañas y heroicidades.
Juntos han arriesgado su vida
para salvar otras en situaciones de gravedad extrema, sin importarles a que
país del mundo tenían que viajar. Mi reacción frente a la noticia de un
terremoto en los telediarios cambió el día que los conocí.
No sé si Pedro sería capaz de cifrar la cantidad
de personas que han visto de nuevo el futuro gracias a ellos y en otras tantas
ocasiones la paz espiritual que hayan podido dar al devolver a la familia el
cuerpo de un ser querido atrapado bajo los escombros de cualquier maldito
terremoto.
Pero Aitor nos ha dejado este
verano y esta ha sido, sin duda para mí, la noticia más triste. Sabía de su edad, de sus problemas de audición,
del estrés causado por su intensa vida pero no pensé que el final estaba tan
cerca. Una noticia que nos conmocionó a quienes la recibimos sin poder reprimir
las lágrimas, aún estando en un autobús público lleno de turistas y tuvimos el
primer pensamiento para Pedro. Si es verdad que la energía se transmite, le
tuvo que llegar mucha.
Se va a hacer muy difícil pensar
en Pedro sin Aitor.
Aitor, siempre pendiente de Pedro,
escuchando a su lado. Sentían admiración mutua y no había más que verlos juntos
para sentir la complicidad entre ellos, dos almas que de alguna manera estaban
conectadas.
No me atrevería a definir la raza
de Aitor, pastor alemán, belga, no sé….el pedigree lo llevaba en su alma, en su
forma de ser, en su nobleza, en su mirada atenta a todo lo que sucedía a su
alrededor. En un ser concentrada toda la bondad, solidaridad, fidelidad y
amistad que uno puede llegar a conocer y Pedro ha tenido la suerte de compartir
todo eso.
Desgraciadamente, Aitor va a pasar a engrosar la lista de los héroes
anónimos. Esos héroes de los que no se habla en el telediario ni llenan columnas
en los periódicos y no es justo. Por
eso, desde mi pequeño y humilde espacio en internet quiero agradecer a Aitor todos
los momentos vividos, todos los sacrificios realizados de manera totalmente
desinteresada y quiero que todo aquel que lea mi escrito se sienta de alguna
manera agradecido a la labor de este increíble animal y se conozca que hay
alguien siempre dispuesto a arriesgar su vida por la de los demás.
Gracias amigo por todo. Porque no hace falta ser un
ser “racional” para dejar huella, seguirás por mucho tiempo en el recuerdo de
todos los que te hemos conocido.
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