Si ayer escribía sobre la celebración de la Diada, hoy no puedo dejar de mencionar el resto de casetas que completan la fiesta en el espacio ferial.
Casetas levantadas y sacadas adelante con el esfuerzo de sus socios y colaboradores que con trabajo consiguen llenar las calles de música y alegría, que invitan a sentarse en una de sus mesas, mientras se toma una cerveza, un albairiño o el ya famoso rebujito.
Se puede empezar en la caseta del PSUC, seguir hacia la de la Casa de Andalucía, pasar luego por la de la Asociación Rociera y acabar en la de Alborada.
A ciertas horas de la noche, o madrugada para ser más exactos, sus ojos denotan cansancio pero de su cara no desaparece la sonrisa, ni se silencian las palmas.
La fiesta es escenario de reencuentros, de saludos, de conversaciones y en definitiva de unión. Unión entre todos los vecinos que componemos el pueblo. Esa es la ventaja respecto a una gran ciudad. Nos conocemos casi todos, vas caminando y vas saludando, abrazando, compartiendo experiencias y recomendaciones, el pueblo entero unido por una misma razón.
Por las calles, no cesa la fiesta. Sangrinaris, la Murga, els Diables, la Colla Gegantera, L’Esplai Sant Josep y otras entidades culturales y deportivas, hacen que no quede un rincón en el que no suene la risa, entre petardos, música y animación.
Para completar la noche, los chiringuitos de l’Espai jove, proporcionan el espacio adecuado antes de la retirada para descansar. Ayer, la retirada fue en la mejor de las compañías. La actuación de la Señora de González, que una vez más bordó su actuación, puso la última sonrisa de la noche.
Un año más podemos sentirnos orgullosos de formar parte de un pueblo donde las entidades son parte viva del mismo y además abren sus puertas para que todos podamos disfrutar con ellas. Por que además, tenemos la ventaja de contar con muchísimas entidades con ganas de trabajar, de luchar, de colaborar para que la fiesta sea lo que es, un paréntesis en los quehaceres diarios, un lugar donde dejar los pensamientos en casa y salir simplemente a disfrutar y pasarlo bien.
Ellas son el alma de la fiesta y las que hacen que todo esto sea posible.
Hoy, último día de la fiesta, no decaerá el ánimo hasta que la última persona haya abandonado la calle. Una vez se apaguen las luces y se corte la música, allí quedaran los mismos que hace un par de semanas trabajaron, día tras día, para que todo estuviera listo para que los demás pudiéramos disfrutar estos días de Fiesta Mayor. Mañana cuando salgamos a trabajar quedarán pocos restos de la fiesta que aquí se ha vivido. Por eso es de justicia agradecerles su trabajo, no solo para que nos divirtiéramos, sino también por hacer pueblo.
Casetas levantadas y sacadas adelante con el esfuerzo de sus socios y colaboradores que con trabajo consiguen llenar las calles de música y alegría, que invitan a sentarse en una de sus mesas, mientras se toma una cerveza, un albairiño o el ya famoso rebujito.
Se puede empezar en la caseta del PSUC, seguir hacia la de la Casa de Andalucía, pasar luego por la de la Asociación Rociera y acabar en la de Alborada.
A ciertas horas de la noche, o madrugada para ser más exactos, sus ojos denotan cansancio pero de su cara no desaparece la sonrisa, ni se silencian las palmas.
La fiesta es escenario de reencuentros, de saludos, de conversaciones y en definitiva de unión. Unión entre todos los vecinos que componemos el pueblo. Esa es la ventaja respecto a una gran ciudad. Nos conocemos casi todos, vas caminando y vas saludando, abrazando, compartiendo experiencias y recomendaciones, el pueblo entero unido por una misma razón.
Por las calles, no cesa la fiesta. Sangrinaris, la Murga, els Diables, la Colla Gegantera, L’Esplai Sant Josep y otras entidades culturales y deportivas, hacen que no quede un rincón en el que no suene la risa, entre petardos, música y animación.
Para completar la noche, los chiringuitos de l’Espai jove, proporcionan el espacio adecuado antes de la retirada para descansar. Ayer, la retirada fue en la mejor de las compañías. La actuación de la Señora de González, que una vez más bordó su actuación, puso la última sonrisa de la noche.
Un año más podemos sentirnos orgullosos de formar parte de un pueblo donde las entidades son parte viva del mismo y además abren sus puertas para que todos podamos disfrutar con ellas. Por que además, tenemos la ventaja de contar con muchísimas entidades con ganas de trabajar, de luchar, de colaborar para que la fiesta sea lo que es, un paréntesis en los quehaceres diarios, un lugar donde dejar los pensamientos en casa y salir simplemente a disfrutar y pasarlo bien.
Ellas son el alma de la fiesta y las que hacen que todo esto sea posible.
Hoy, último día de la fiesta, no decaerá el ánimo hasta que la última persona haya abandonado la calle. Una vez se apaguen las luces y se corte la música, allí quedaran los mismos que hace un par de semanas trabajaron, día tras día, para que todo estuviera listo para que los demás pudiéramos disfrutar estos días de Fiesta Mayor. Mañana cuando salgamos a trabajar quedarán pocos restos de la fiesta que aquí se ha vivido. Por eso es de justicia agradecerles su trabajo, no solo para que nos divirtiéramos, sino también por hacer pueblo.
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