No conozco a nadie que cada 22 de diciembre no tenga la pequeña esperanza de que la diosa fortuna le sonría un poco, aunque sea un poco, lo justo para esas pequeñas cosas. Hasta los más escépticos jugamos algo… por que a alguien le tiene que tocar y sobre todo, por si acaso.
Una vez pasado ese día, acabadas las esperanzas y los sueños, veo que realmente si somos afortunados.
Tenemos la suerte de poder estar en casa, con nuestras familias. No comeremos seguramente caviar iraní o salmón noruego ni tampoco brindaremos con champagne francés, ni falta que nos hace. Tenemos lo justo y lo necesario para ser felices, otra cosa es que nos demos cuenta de ello y sepamos aprovecharlo.
Podemos pasarnos los días, cómodamente sentados, viendo en la televisión la temporada completa de nuestra serie preferida, que nos ha regalado, muy acertadamente, la persona que mejor nos conoce. Agradeciendo por fin el tener unos días de descanso en el ajetreado mundo en el que nos movemos, dedicando tiempo a eso para lo que no tenemos el resto del año, a estar con la familia.
Seguramente veremos lo afortunados que somos si nos paramos a mirar las noticias diarias. Ver como el tiempo se ha cebado con las pobres familias de muchos pueblos de Andalucía como Motril o Jerez, entre otros. La desesperación en los rostros de esas personas que lo han perdido todo en cuestión de minutos por culpa de las lluvias. Ver desvanecida la ilusión puesta en los encuentros familiares y en la celebración de unas fechas llenas de magia.
Parece una paradoja del destino que uno de los anuncios más entrañables, bajo mi punto de vista el mejor, de estas navidades sea el de una compañía de aviones, que habla de acercar a la familia. Precisamente, por culpa de una compañía de avión, hay cientos de personas que han perdido la ilusión del reencuentro al ver que su pasaje no vale más que papel mojado. Por un instante llegué a sentir lástima también por el responsable de esta situación, no debe ser fácil ver como se ha acabado con la esperanza de tantas personas, no solo las que están aquí, sino también las que las esperan al otro lado del charco… hasta que lo escuché en una entrevista en un programa de radio. Menudo desparpajo y cara dura. Analizándolo bien debe ser de esa manera para poderlo llevar sobre su conciencia. De todas maneras espero que esto no quede así y le hagan pagar por su mala gestión y por todo lo que nos está costando a todos los españoles su incompetencia, a pesar de que el daño moral causado a todas esas personas, ya no tendrá remedio nunca.
Así que no nos ha tocado la lotería pero la diosa fortuna nos ha sonreído porque al girar su rueda nos ha dejado que podamos ver y opinar de todas estas cosas en la comodidad de nuestro hogar al lado de la chimenea, mientras afuera, el termómetro apenas sobrepasa los cinco grados.
Espero que podamos tener la suficiente capacidad de ver lo afortunados que somos y sepamos sacar el mejor partido de cada minuto. Mientras la rueda de la fortuna sigue girando y girando caprichosamente al antojo de su señora.
Una vez pasado ese día, acabadas las esperanzas y los sueños, veo que realmente si somos afortunados.
Tenemos la suerte de poder estar en casa, con nuestras familias. No comeremos seguramente caviar iraní o salmón noruego ni tampoco brindaremos con champagne francés, ni falta que nos hace. Tenemos lo justo y lo necesario para ser felices, otra cosa es que nos demos cuenta de ello y sepamos aprovecharlo.
Podemos pasarnos los días, cómodamente sentados, viendo en la televisión la temporada completa de nuestra serie preferida, que nos ha regalado, muy acertadamente, la persona que mejor nos conoce. Agradeciendo por fin el tener unos días de descanso en el ajetreado mundo en el que nos movemos, dedicando tiempo a eso para lo que no tenemos el resto del año, a estar con la familia.
Seguramente veremos lo afortunados que somos si nos paramos a mirar las noticias diarias. Ver como el tiempo se ha cebado con las pobres familias de muchos pueblos de Andalucía como Motril o Jerez, entre otros. La desesperación en los rostros de esas personas que lo han perdido todo en cuestión de minutos por culpa de las lluvias. Ver desvanecida la ilusión puesta en los encuentros familiares y en la celebración de unas fechas llenas de magia.
Parece una paradoja del destino que uno de los anuncios más entrañables, bajo mi punto de vista el mejor, de estas navidades sea el de una compañía de aviones, que habla de acercar a la familia. Precisamente, por culpa de una compañía de avión, hay cientos de personas que han perdido la ilusión del reencuentro al ver que su pasaje no vale más que papel mojado. Por un instante llegué a sentir lástima también por el responsable de esta situación, no debe ser fácil ver como se ha acabado con la esperanza de tantas personas, no solo las que están aquí, sino también las que las esperan al otro lado del charco… hasta que lo escuché en una entrevista en un programa de radio. Menudo desparpajo y cara dura. Analizándolo bien debe ser de esa manera para poderlo llevar sobre su conciencia. De todas maneras espero que esto no quede así y le hagan pagar por su mala gestión y por todo lo que nos está costando a todos los españoles su incompetencia, a pesar de que el daño moral causado a todas esas personas, ya no tendrá remedio nunca.
Así que no nos ha tocado la lotería pero la diosa fortuna nos ha sonreído porque al girar su rueda nos ha dejado que podamos ver y opinar de todas estas cosas en la comodidad de nuestro hogar al lado de la chimenea, mientras afuera, el termómetro apenas sobrepasa los cinco grados.
Espero que podamos tener la suficiente capacidad de ver lo afortunados que somos y sepamos sacar el mejor partido de cada minuto. Mientras la rueda de la fortuna sigue girando y girando caprichosamente al antojo de su señora.
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