Pillos o listos han existido siempre. Gente que se las inventa todas para conseguir un objetivo.
Los antiguos pillos resultaban graciosos, sirva como ejemplo el Lazarillo, que era capaz incluso de sacar alguna sonrisa por sus ocurrencias.
De esos siguen existiendo algunos, los menos hay que decir. Ahora el pillo más común es el que tiene un grado de tontura directamente proporcional a lo listo que el mismo se cree. Lo bueno de estos personajes es que siempre te hacen reir.
Lo último que he escuchado sobre estos es la pava que tuvo un accidente de coche, en el que falleció su madre, por ir hablando con el móvil y después de declararse culpable en el juicio ahora pretende denunciar a la compañía de teléfono por no haberla advertido lo suficiente del peligro que comporta conducir mientras se habla por el móvil.
Sin duda la chica tiene mérito. Es una pena que este tipo de personas pase sin pena ni gloria por este mundo. Igual que los Premios Nobel recompensan el esfuerzo, la excepción es el Nobel de la Paz de este año (por cierto me hubiera encantado ver las caras de los miembros del jurado que votaron por Obama para este premio al oirle justificar algunas guerras, recordemos que lo hizo mientras recogía el Nobel de la PAZ ¿?). Lo que decía, que igual que el esfuerzo tiene su recompensa la tontura o la idiotez también deberían tenerla. Lo malo es que a veces la elección se haría difícil por la cantidad de candidatos que aparecerían.
Habría que verlos desfilar por la alfombra roja, luciendo sus mejores ropas para la ocasión, con el discurso bien aprendido...ya lo dicen, la estupidez es atrevida.
Lo malo es que esta gente de verdad existe. Que son imprudentes y en ocasiones pueden llegar a poner en peligro a sus semejantes. Que son inconscientes y temerarios. La suerte es que a veces, solo a veces, son fáciles de detectar. Si encuentra alguno a su paso, no dude en apartarse.
Como bien escribió el maestro Reverte en una columna este mismo año: Que miedo me dais algunos, redios. En serio, cuanto más peligro tiene un imbécil, que un malvado.
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