lunes, 30 de julio de 2012

BALANCE DE MEDIO AÑO

Que llevo mucho sin publicar en el blog es obvio. Desde aquí primero quiero pedir disculpas a los que os habéis cansado de pedirme que escribiera.  De hecho no he dejado de hacerlo pero el resultado era demasiado personal como para publicarlo, pero no  sé escribir de otra manera.
Ahora es momento de parón. Obligado y no por ello menos necesitado.
Un medio año este 2012 cargado de muchas cosas, en el sentido labora y en el personal. Unas horribles y las otras menos malas y alguna muy buena para compensar y poder seguir adelante.
Gracias a los buenos amigos, de los que siempre he presumido, he podido ver el lado bueno de las cosas, si es que lo había.  Porque en los momentos de flaqueza he encontrado una mano a la que poder agarrarme, un hombro en el que llorar, un mensaje de ánimo o simplemente un silencio cómplice.  Una llamada a tiempo de los que están lejos en el desierto y que a pesar de su situación les queda tiempo para acordarse de mí, lo que siempre hace que mi moral suba por las nubes.
 En estos meses también he aprendido de la fuerza interior de una persona especial. Una persona que ha sabido salir adelante de una mala experiencia sin faltarle un día la sonrisa en el rostro, plantando cara a la Diosa Fortuna y ganándole una partida que nadie merece jugar, pero ella menos que nadie. Afortunadamente ahora es una anécdota y junto con mi padre,  constituyen para mí  un ejemplo de valor, lucha y superación.  La demostración de que todo en la vida depende de la actitud con la que se enfrentan los obstáculos.
En el aspecto laboral han sido meses muy duros, y afortunada yo que me puedo quejar de trabajar.  Tanto en mi carrera profesional como en mi responsabilidad en el Ayuntamiento no ha sido nada fácil. La suerte es que disfruto con las dos cosas, a pesar de la cantidad de horas que debo invertir y a pesar de que muchas veces no tenga demasiado tiempo para disfrutar de la compañía de los míos. A pesar de la presión, de la gran responsabilidad, de que las cosas no siempre salen como una las había pensado, a pesar de todas las dificultades, estoy aprendiendo a ser valiente en mis decisiones, a saber discernir entre lo importante y lo que no y  cada vez tengo más claro que es lo que quiero.
Y lo que quiero no es más que ser feliz, conformarme con lo que el destino me vaya trayendo, acordarme cada día de aquellos que ya no están y asumir su marcha, con todas las consecuencias que ha traído, escuchar sólo  a los que me quieren bien y disfrutar de cada momento y por último  no volver a olvidar que al fin y al cabo tengo un límite y no quiero volver a superarlo.
 Por eso, ahora en vacaciones, voy a intentar hacer borrón y cuenta nueva. Disfrutar de cada momento y coger mucha fuerza para afrontar la parte del año que queda, que tal y como se están poniendo las cosas,  no va a ser fácil pero con energías renovadas, seguro que se ve todo de otra manera.
Nos vemos a la vuelta!