domingo, 28 de junio de 2020

FIN DEL ESTADO DE ALARMA

Hace ya unos días, concretamente 7, terminó el estado de alarma que nos ha tenido, primero confinados sin poder salir de casa, luego con movilidad reducida y poco a poco volviendo a la actividad nromal.
Una normalidad que me ha permitido por ejemplo volver a reencontrarme con mis padres, retomar algunas clases, ver a algunos amigos y hacer en definitiva lo que más me gusta: vivir momentos.
Echo la vista atrás y me parece haber estado en un sueño. Un mal sueño que ha grabado en mi memoria imágenes que nunca podré olvidar: aquellas del principio con la gente vaciando los supermercados. De los días en los que casi que había que salir a la calle con el DNI entre los dientes. De las calles vacías. De las tiendas con las persianas abajo. De los cines, los teatros, cerrados. De las personas muriendo por centenares. Imágenes que aún no han cesado de personas en largas colas en busca de alimento,....Pero también ha dejado otras impresiones que no podré olvidar y que, increíblemente, añoro (algo bueno tenía que tener): sensaciones, olores, silencios a veces, sonidos otras... Lo peor es que todo eso sigue ahí, siempre ha estado ahí, pero la rutina lo solapa. Una pena. A pesar de todo, me siento afortunada por muchos motivos. Afortunada por haber estado con las personas que más quiero. Por haber compartido todas las horas del día con mi compañero de vida y no terminar saturados, sino todo lo contrario. Por sentirme orgullosa de él. Por añorarle a cada minuto que ahora no estamos juntos. Por haber descubierto otra forma de ver la vida. Por haber sido capaz de hacer otro punto de inflexión. El segundo en mi vida después de hiciera el primero al regreso de mi primer viaje a los campamentos de refugiados saharauis. Y es para mejor. No tengo dudas. He aprendido a marcar mucha más distancia entre lo que me importa y lo que no. Y a que esto último me importe mucho menos.
Y hoy hablo de normalidad. Ya he perdido la esperanza de que una nueva sea posible. Hemos estado confinados haciendo cada uno lo que ha querido pero la mayoría ha vuelto a hacer exactamente lo mismo que hacía antes. No ha servido de nada este tiempo de reflexión. Pullitas, postureos, likes, follows, aparentar ser lo que no se es, la paja en el ojo ajeno,... son cosas que no se ha llevado la pandemia.
Ayer vi horrorizada unas imágenes en el telediario que aún me tienen la cabeza del revés. Una señora en Estados Unidos se acerca quitándose la mascarilla al carrito de un bebé de origen hispano y le tose encima....se puede ser peor persona? Es esa una persona equilibrada? Qué le pasa a una persona por la cabeza para hacer algo tan espantoso? 
Veo esto y mi cabeza no para de darle vueltas. Deseo de verdad, no tener que volver a vivir lo mismo. Me gusta pensar que todos somos responsables (aunque el día a día me demuestre lo contrario). Que lo peor ya ha pasado. Que vamos a vivir nuestras vidas como queramos, mejor, peor o igual que antes.
Y esto último me viene de perlas para cerrar el escrito de hoy justo en el día de hoy. En el día del orgullo gay. En el día en el que me gusta pensar que se se celebra algo más que la libertad para amar a quien se quiera (como si ello por si sólo ya no fuera suficiente), sino también la libertad para ser lo que se quiera ser, como se quiera ser, sin ser juzgado por nadie. Sin que nadie tenga que dar lecciones de nada. Sin discusiones. Sobretodo, sin etiquetas (hace ya tiempo que me pierdo en las terminologías de algunos debates, sobretodo en twitter (?), y en la necesidad constante de buscar teorías y ponerle nombre a cualquier "tendencia" para separar y clasificar...qué manía!!). Así que me permito aconsejar a todo el mundo que ame a quien quiera, que sea como quiera y que viva la vida como quiera. No seré yo quien me atreva a juzgar a nadie por intentar ser feliz. Para jodérnosla ya están los virus y las putas enfermedades. 


martes, 2 de junio de 2020

ESTADO DE ALARMA 9: TRISTEZA

Hemos estrenado junio. Seguimos en estado de alarma y por las noticias que se conocen seguiremos así hasta el 30 de este mes. Faltan pocos días para que volvamos a cambiar de fase. Las provincias más afortunadas pasarán ya a la fase 3, las menos afortunadas a la 2 pero la conclusión es que a todas se nos va a permitir ir retomando poco a poco nuestra rutina.
Esto, parafraseando a un profesor de matemáticas que tuve en la facultad, es una condición necesaria pero no suficiente para sentirse bien. 
En una semana he asistido a la despedida de dos personas queridas. No puedo ni llegar a imaginar el dolor de mi amigo por la pérdida de su padre. Ese momento de la despedida lo concibo como un punto de dolor tan alto que no soy capaz de expresar cuanto. No puedo ni siquiera ponerme en su lugar porque el sólo hecho de imaginarlo, me marea. La segunda, es curioso pero es una persona con la que creo que no he hablado nunca, pero os podría decir como era en su juventud, como vivió, que hizo,...casi como si hubiera sido de mi familia y es que, esto daría para otro escrito, hay personas que son tan queridas en tu familia, que no hace falta que las conozcas para conocerlas y quererlas. En las dos despedidas he llorado. Por motivos diferentes. Las dos las he sentido. Puto virus que hace que no podamos expresar lo que sentimos con un abrazo (en el caso de mi amigo no lo pude evitar. A la mierda el virus). A veces dudo de ser capaz de expresar con una mirada todo lo que quiero transmitir. Los abrazos no se pueden sustituir nada más que con abrazos.
Lo que también me pesa en el alma es la situación racial que estamos viviendo. Nunca, jamás, hubiera podido pensar que en pleno s.XXI pudiéramos seguir con estas luchas. Odio las frases de "tengo un amigo negro" o "tengo un amigo homosexual" o "tengo un amigo vegano"...como si eso nos hiciera mejores o diferentes....Yo tengo amigos y amigas. Sin más etiquetas. Independientemente de su color de piel o de su condición sexual. Los sentimientos y la filosofía de vida de las personas son los que nos unen o nos separan de ellas y eso es independiente de ser negro, blanco o amarillo, de acostarse con un hombre, una mujer, dos o tres, comer carne, huevos o hartarse de verdura.
Me parece una lucha arcaica para que la que no tengo palabras. A mis familiares muchas veces les he dicho que la especie humana es lo peor que le ha podido pasar al planeta y estos hechos me reafirman. ¿Tan difícil es de entender? No puedo escribir lo que realmente pienso, porque seguramente estaría incumpliendo algún artículo que a mi sí me aplicarían. Lo único que pido es que la selección natural de la que hablaba Darwin sea cierta. Que la evolución de las especies se dé también en la especie humana evolucionemos hasta la igualdad, más allá de la de hombre y mujer. Que nadie somos más que nadie por el color de piel no debería ser motivo de disturbios. Que parece que no hemos aprendido nada de este virus, coño!.
Y esto es lo que me tiene el alma en vilo. Lo que no me deja sentirme bien con el mundo que me rodea.