¿NOS ESTAMOS VOLVIENDO LOCOS O QUÉ?

Recuerdo mi primera clase de “química”. Tenía entonces 11 años y en una de las páginas del libro de naturales apareció la Tabla periódica de los elementos.
La profesora, de la que no guardo demasiado buen recuerdo, nos hizo estudiar los símbolos y lo que representaban. Al llegar a casa les dije a mis padres que ya sabía lo que quería ser de mayor. La química había entrado en mi vida y entonces aún no podía imaginar lo que ello representaría para mi futuro. Años más tarde, hubo una época en la que tuve un debate entre la ciencia que siempre me había entusiasmado o la que había empezado a descubrir y me apasionaba, la forense. Finalmente me decanté por la primera, pasando a empaparme con todo lo que caía, y cae, en mis manos sobre la segunda y conjugando las dos ciencias en una sola.
Explico todo esto por que no es de extrañar que los jóvenes de ahora hayan dejado de encontrar sus vocaciones en los libros. Ahora lo hacen en la televisión, más concretamente en los espacios de deporte de los telediarios. Todos quieren ser como Ronaldo, Eto’o, Messi, y tantos otros que últimamente llenan esos espacios.
No es de extrañar, a los ojos de un niño debe ser increíble ver como esas personas simplemente por jugar a un deporte se convierten en multimillonarios, tienen los mejores coches, todas las atenciones del mundo y mucho éxito, independientemente del rendimiento de su juego.
Por eso los jóvenes se entrenan desde pequeños para llegar a ser una de esas “estrellas” y lo peor es que lo hacen con el apoyo de sus padres, sin pensar que solo unos pocos están destinados a conseguirlo. Si un chaval con 11 años ya no ha destacado, difícilmente lo hará en un futuro. Además hace falta algo más que darle bien al balón.
Mientras, los estudios pasan a un segundo plano. Si se van a dedicar al deporte, de que les va a servir aprender historia, geografía, naturales e incluso matemáticas y de ahí el nivel cultural de muchos jugadores de élite, aunque como en todo siempre hay excepciones.
La culpa de que esto esté pasando la tienen los grandes clubes de fútbol.
El fichaje de esta semana de Cristiano Ronaldo por el Real Madrid ha sido la gota que ha colmado el vaso. Lejos de convertirse en el fichaje más caro de la historia del fútbol ha pasado a convertirse en algo fuera de todo sentido común.
Demuestra muy poca sensibilidad por parte de todos los que permiten que esto pase desde los directivos hasta el propio gobierno que no pone freno.
Con todo lo que está pasando en España y en el mundo, me indigna que este hombre, cuyos méritos más destacables hasta el momento son el ser guapo y vender camisetas con su nombre, vaya a cobrar la friolera de 24.000 € al día (4 millones de las antiguas pesetas). Para que en el primer partido se haga pupa y se quede media temporada viendo los partidos desde el amplio sofá de su mansión en una gran pantalla de TV. ¿cómo podemos convencer a los jóvenes que deben estudiar para tener un buen porvenir? Luego vienen las lamentaciones cuando nos vemos en la cola de los paises de Europa en educación.
No soy socia de ningún equipo de fútbol pero si lo fuera tengo claro que hoy mismo devolvería mi carné. Mi conciencia no me permite estar de acuerdo con estas cosas, que una persona sin más méritos que los ya citados, que no hace nada por el resto de la humanidad ni aporta ningún conocimiento merezca que se pague esa cantidad de dinero indecente.
Y no alcanzo a comprender como las conciencias de los que pagan, negocian y permiten esas cantidades desorbitadas puedan estar tranquilas. Lo único que se me ocurre es que no sean de este planeta y permanezcan ajenos a la realidad. Espero que el señor Ángel Gabilondo Pujol, como máximo responsable del ministerio de Educación, Cultura y Deporte tome cartas en el asunto e interceda para que esta burla a la sociedad no vuelva a suceder.