lunes, 13 de septiembre de 2010

LIBRE DE HUMOS

Hay momentos que para mi no tienen precio. Momentos en los que el tiempo se te pasa volando y piensas cómo ha sido posible. Me refiero a esos momentos en los que estás a gusto de verdad, en la mesa de algún bar. No hace falta estar comiendo manjares. Con un simple bocadillo basta, si la conversación y la compañía son buenas.
Entonces, en ese momento de deleite, en alguna mesa cercana, alguien decide encenderse un cigarro. Ahí se me acaba el bienestar, especialmente cuando irremediablemente el humo te viene directamente. No lo puedo soportar. Me he vuelto intolerante, lo reconozco, pero ha sido por los abusos. ¿Quién no ha tenido que irse alguna vez de un bar por la cantidad de humo que allí había? por mis problemas de vista, tengo los ojos muy sensibles y me lloran con facilidad. Además me fastidia notar el sabor del humo en la garganta. No puede haber nada más asqueroso.
He decidido libremente no fumar y por eso no quiero hacerlo ni que sea pasivamente. No voy a meterme con los que han escogido hacerlo, allá ellos. No voy a hablar de nicotina, alquitrán, benceno o polonio…creo que la información ya es suficientemente amplia para que todos sepamos de qué hablamos.
Por eso estoy contenta de que salga una ley que me protege, porque no es una ley para que se fume menos, no, es un ley para que los que no queramos fumar, no lo hagamos. Estoy en contra de las prohibiciones pero también estoy en contra de que por el placer de uno se corten mis libertades, así que me parece bien que se ponga un límite.
En conclusión gracias a esta ley, y parafraseando un comentario del maestro esta semana, evitaré tener que ciscarme en alguien, aunque sea para mis adentros.

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