miércoles, 25 de agosto de 2010

BENVINGUTS A CASA

Para mí ha sido una de las buenas noticias del verano. Entre tantos parajes devorados por el fuego en otros tantos países (España incluida), el elevado número de accidentes de tráfico, muertes y desapariciones, etc. la liberación de los dos cooperantes catalanes ha supuesto un soplo de aire fresco en las noticias.
Quiero dedicar este artículo, además de manifestar mi alegría por el hecho a reflexionar sobre algunos comentarios, dos en concreto, que a raíz de la noticia se han oído.
El primero es para aquellos que piensan que habrán escarmentado y ya no volverán. Me permito el lujo de discrepar. Quizá no volverán el año que viene, quizá no volverán al mismo país, pero no me queda duda de que seguirán vinculados de la misma manera que hasta ahora. Lo sé por que cuando visitas uno de esos países, y lo haces con plena conciencia de la situación, es como una especie de droga que te ataca en pleno centro neurálgico y ya no puedes olvidar nunca más. No puedes olvidar esas sonrisas, esas miradas (la mirada del desierto la llaman), esas conversaciones, esa gratitud, esa generosidad y otras muchas sensaciones más. Así que al final ya no sé si es por la ayuda que prestas o es el puro egoísmo de hacer algo que te hace sentir de maravilla, por lo que sea pero se establece un vínculo de por vida.
El segundo y más hiriente es aquellos que comentan que con la excusa de la caravana solidaria tienen vacaciones gratis en lugares exóticos. Y prometo que lo he escuchado en varios medios de comunicación, sin ningún pudor.
Desde mi escasa experiencia, voy a comentar algunos aspectos de la cruda realidad de esas “vacaciones” gratuitas. De lo que supone compartir el vaso del desayuno con todas las personas que están en la casa, un vaso que se ha “lavado” con arena del desierto con un poco de agua de la que es mejor no saber de dónde ha salido. Un desayuno que consiste en un poco de leche que han comprado expresamente para ti (con el dinero que tú les has dado), porque para ellos es un lujo. En beber té que preparan en una jarra que han “lavado” con el té que les sobró la vez anterior y como no, un poco de arena. Cuando lo preparan primero te lo ofrecen a ti por que luego beberán ellos del mismo vaso y a continuación dentro del proceso del té, te vuelven a ofrecer otro en el mismo vaso, esta vez sin lavar, y así hasta tres veces.
Cuando comes, te sacan unos cubiertos que no sabes de donde han salido y mejor no saberlo porque quizá no hayan visto nunca el agua.
La parte de la higiene es la más dura. Para ellos no existe, no por que no quieran sino, porque la poco agua que tienen la utilizan para beber, y no pueden permitirse malgastarla y por supuesto el jabón es un artículo de lujo. Cuando tú tienes que asearte te sacan un cubo de agua de un pozo que recoge el agua de lluvia y te lavas en un “lavabo” que son cuatro paredes con un agujero en el medio, NADA MÁS.
Las casas no tienen habitaciones, ni sillas, ni mesas, ni armarios, ni nada que tenga que ver con un mueble, son sólo cuatro paredes, así que allí se come, se duerme, se habla, se vive, etc. Así que a la hora de dormir duermen todos dispersados por el suelo de la misma habitación y cuando tú vas, te dejan su casa para que duermas tú allí y ellos se van a casa de sus familiares.
Podría contar muchísimas más cosas pero creo que ya son suficientes para que se vea el tipo de “vacaciones” y a pesar de todo volvería no una vez más, sino mil veces más, por todos los motivos explicados en la primera reflexión.Si quisiera unas vacaciones exóticas, me iría a las Seychelles o a Madagascar, sin dudarlo.

1 comentario:

  1. ooh marta tens un blog,molt bonic, yo tinc un pro d'una novela, espera que et visiti molta gent guapa, adeuu

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