domingo, 19 de diciembre de 2010

INVOLUCIÓN

Este escrito va dedicado a los participantes de hoy del programa Linde y Ribera de Onda Cero y a su presentador, porque soy una integrante del colectivo ese de ecologistas que tanto han criticado hoy y que tan molesto les resulta…a ustedes.
Hubiera sido de lo más sencillo cambiar el dial pero si lo hubiera hecho así, ahora no podría estar rebatiendo sus argumentos anticuados y arcaicos.
Han dicho que no entienden a los ecologistas que están en contra de los cazadores, pero no se preocupen, es mutuo.
Han puesto el grito en el cielo por el nuevo Reglamento de Armas editado por el Ministerio de Medio Ambiente, total si entre otras cosas lo que quiere regular es que las personas con antecedentes no posean licencia de caza pero claro tal y como han dicho eso es atentar contra sus derechos y libertades.
¿Y quien defiende los derechos de las tórtolas, perdices y demás animales que ustedes matan?
A mí me gusta estar sentada en mi jardín leyendo y levantar la vista para ver como las tórtolas, con total confianza bajan a beber y a refrescarse en el cacharro que tenemos puesto para ellas, a escasos tres metros de donde estamos sentados. Cuando ustedes las matan me privan a mi también de ese derecho, ¿o es que acaso yo soy menos libre que ustedes? ¿Qué hay de mi derecho a pasear por el bosque y sentarme a oír los diferentes animales? Ahh se me olvidaba no puedo ir al bosque por que están ustedes y a lo mejor me llevo un perdigonazo por error. Bien por ustedes que cortan mi libertad.
En algo tienen razón. El arte de la caza viene de antiguo, tanto que tenemos que remontarnos al Paleolítico, a la aparición del Homo Habilis (aprox. 2.500.000 aC), por entonces las sociedades substituían a base de la caza y la agricultura, es decir, cazaban para comer.
Evidentemente las sociedades fueron avanzando, EVOLUCIONANDO, hacía conseguir otras maneras de conseguir sustento.
Incluso si nos remontamos a los salvajes indios de las praderas norteamericanas, encontramos grandes cazadores entre ellos. Hombres fuertes y valientes que iban tras las grandes manadas de búfalos que recorrían las llanuras, pero que mataban única y exclusivamente lo necesario para la supervivencia de la tribu.
¿Qué quiero decir con todo esto? Pues que por alguna extraña razón, o por aquellos caprichos de la genética, hasta nuestros días han llegado algunos individuos en los que los genes de aquellos primeros cazadores siguen siendo dominantes mientras que para el resto ha desaparecido. Sólo que el resto ya nos los admiramos, ya nos los esperamos en la entrada de la cueva o dentro del Tippi para ver que comemos hoy, por que por fortuna nuestras despensas tienen lo necesario para comer sin necesidad de salir a disparar contra nada. Andan unos cuantos eslabones por detrás del resto de la sociedad.
Esta tarde en casa, ya me he hartado de oír disparos durante todo el día y como esos sonaban cercanos, he salido a ver. Debo reconocer que iba con ganas de encontrarme con alguno de esos valientes que se visten de camuflaje para matar a las tórtolas y que van con perros porque a lo mejor tampoco se atreven a acercarse cuando están abatidas en el suelo, pero no he tenido suerte, no he visto a nadie contra quien descargar toda mi ira acumulada.
Señor presentador del programa, no se esfuerce en la demagogia, no vale la pena que amenace a los políticos con la cantidad de votos que pueden perder si van contra su colectivo. A eso le respondo que pueden ganar otros tantos votos de los que pensamos que ustedes no hacen ningún bien a la sociedad.
A partir de ahora debo aprender a fiarme más del instinto de mis animales y cuando alguien no le guste a mi perro o a mi gata, no debería gustarme a mí tampoco.
Y para acabar, por favor, dejen de llamarse ecologistas a ustedes mismos, eso es algo que les va demasiado grande y un insulto a los que amamos lo que nos rodea.



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