jueves, 23 de abril de 2020

ESTADO DE ALARMA 4

Día 40 de confinamiento. Podría ser un día más de todos los de este encierro, pero no lo es. Este 40 coincide con la diada de Sant Jordi y puede parecer muy optimista alegrarse por ello, pero como todo, depende del color del cristal con que se mire. Es uno de mis días favoritos y no voy a permitir que la situación me lo estropee. Mañana ya veremos. Como amante de los libros siempre he disfrutado paseando de puesto en puesto, mirando aquí y allí, buscando algo concreto o esperando que una historia me encuentre a mi.  Este año es diferente. No hay paseo, no hay puestos, no hay gente en la calle, no hay rosas, pero eso no quita que el sentimiento esté ahí y que lo celebremos en casa, como se merece. Con un buen libro que nos haga pasar las horas lo mejor que podamos y con una rosa amarilla. 
Porque falta nos hace. Desde que empezó esto no consigo despegarme de la sensación de incertidumbre, de no saber hacia dónde navegamos. 
No creo que sea la única que tiene esta sensación. Estoy hasta las narices de comparecencias que te dejan con más dudas que certezas. No me parece lógico que después de dos horas de intervención las conclusiones sean diferentes dependiendo de lo que cada uno ha entendido. Eso no es culpa de la ciudadanía. Es culpa de que quien transmite las medidas no lo hace de forma ni clara, ni concisa. No debe ser fácil. Seguro que no lo es. Pero esto que están haciendo crea desasosiego y produce una ansiedad fruto de todas las informaciones contradictorias después de cada anuncio. Repito, seguro que no es fácil, pero tampoco tan difícil. Quizá lo más lógico sería aplicar el sentido común. Tienen mucho tiempo para establecer unas medidas concretas y cuando salen a anunciarles hacerlo sin ambigüedade. Pum, pum, pum. En referencia a otras  "ayudas" todo son laberintos. Para cualquier trámite se requieren mil papeles y mil condiciones. No, eso no son ayudas, eso es crear más ansiedad. Se decide pero no se decide. Y así, con esta "angoixa" vamos pasando los días. No me cansaré de repetirlo. Este gobierno ha tenido la oportunidad de ser valiente y no lo ha sido. No ha tomado decisiones para estar al lado de la ciudadanía, como tanto repiten. La oposición, merece un  trato a parte. Ni los unos ni los otros están a la altura. No es tiempo de reproches, ni de echar las cosas en cara. Es momento de remar todos juntos y pensar de una puñetera vez en la ciudadanía. Y no lo hacen, ni unos ni otros. No sabemos lo que es recomendable y que obligatorio o lo que es obligatorio pero recomendable o lo que no es obligatorio pero si lo es... 
Y sólo nos queda pasarlo lo mejor que podamos. Cruzando los dedos para que esto pase lo más pronto posible y podamos ir volviendo a la normalidad, más rápido o más lento, pero volviendo. 
Eso es lo que yo  deseo.
Dentro de toda esta burbuja de incertidumbre, intento buscar un entretenimiento que haga que cada día sea diferente. A veces lo encuentro en la cocina. Me relaja cocinar. El otro día me atreví con unas magdalenas. Buenísimas. Suaves, esponjosas. De esas de mojar en el café. Mira tú, fue una buena idea que repetiré. 
También volví a ver Ágora en la tele. Una vez más disfruté con ella. Volví a indignarme con la injusticia que la historia ha hecho con Hipatia y volví a alegrarme de que un director de cine, reivindicara el papel de esta gran mujer. Ágora, os la recomiendo.
Esta semana hemos tenido tres días de lluvia seguidos, sin parar. En abril,... Hoy por fin, ha salido el sol, tímidamente, pero ahí está. Qué necesario es sentir su calor.
Para terminar, no me quiero despegar de la intención con la que empecé este post. Y me despido dando las gracias a todos esos escritores que nos hacen los momentos más agradables, que nos permiten aislarnos de la realidad a ratos. Y felicidades a todos aquellos lectores que disfrutan con esas historias. Sean del estilo que sean. Feliç Sant Jordi a tothom! Si nos lo proponemos, seguro que lo será. 

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