domingo, 25 de abril de 2010

CON UN DÍA NO BASTA

El día de la madre, establecido el 1 de mayo, es uno de esos días que me dan risa. Me pasa igual con el del padre. ¿Es realmente necesario dedicar un día a eso? Yo creo que no, que es casi vergonzoso.
Me produce cierto desapego, que en esta sociedad cada vez más individualista y con la vorágine de nuestra manera de vivir, debamos fijar un día para acordarnos de quien con toda probabilidad más nos quiere.
Guardo muchos recuerdos y enseñanzas de mi viaje al Sáhara y entre ellos está el respeto que allí tienen hacía sus progenitores. Desde el hijo mayor hasta el más joven, todos tienen un fuerte deber adquirido desde bien pequeños para con sus mayores. Un sentimiento que alguna vez aquí también existió pero que en algún momento sacamos de la pesada maleta en nuestro viaje al mundo moderno.
Yo no soy madre y no sé lo que se siente, pero si soy hija y sí sé lo que yo siento por mis padres.
A veces, encuentro por casa los “regalos” que mi hermano y yo le hacíamos a nuestra madre en la clase de manualidades del colegio con motivo del día de la madre. Algunos auténticos desastres y a la pregunta de ¿por qué guardas esto si no vale nada? su reacción y respuesta siempre es la misma. Primero arrebatármelo de las manos para evitar tentaciones que lo llevarían al cubo de la basura y segundo devolverlo, con el cuidado de quien guarda una joya, al lugar donde ha estado todos estos años mientras dice “Me lo hiciste tú”, si el objeto es mío o “me lo hizo tú hermano”, en su caso. A continuación es inevitable volver a escuchar la anécdota del día en cuestión y de lo orgullosos que estábamos al dáselo. Ella nunca nos defraudaba mostrando una sorpresa y alegría que el tiempo me ha demostrado que no era fingida.
Soy afortunada por la familia que me ha tocado pero ella, incombustiblemente siempre está ahí. Nunca me ha fallado a pesar de ser probablemente la persona con la que más discuto. Es imposible engañarla, conoce mi estado de ánimo sólo con darme un vistazo aunque mi cara esté diciendo todo lo contrario. Ha sido mi confesora en todas las etapas de mi vida y aunque a veces no la he escuchado como debería jamás me ha impuesto nada. Le duele infinitamente más que a mí cualquier cosa que me dañe y se alegra hasta el infinito cualquier cosa que a mí me alegre.
Por eso me parece injusto dedicarles a todas esas madres un solo un día del año. Por eso este homenaje a ella antes del día señalado, porque no necesito que nadie me diga cuando debo felicitarla y por qué los 365 del año, de una manera u otra, le recuerdo lo importante que es para mí.

1 comentario:

  1. Estoy completamente de acuerdo contigo, no deberíamos de celebrar ningún día como recordatorio, todos tendríamos de tener el espíritu que tú tienes hacia tus padres y tu solidaridad hacia está sociedad que nos toca vivir, otro gallo nos cantara.
    Saludos solidarios.

    Rafa Martínez.

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