ERASE UNA VEZ...

Así empezaban los cuentos que me explicaban cuando yo era pequeña. Así deberían empezar los cuentos que muchos explican ahora. Cuentos llenos de promesas incumplidas, de flores y de fábulas, pero todos con la misma moraleja. Hay que tener cara y mucha, para poner una foto en un cartel bajo un eslogan que jamás se ha llegado a cumplir, y en el que ni siquiera se cree. Promesas, garantías ¿de qué? De tú vótame a mí que yo seguiré como hasta ahora. Votando a favor de la congelación de las pensiones, incluidas las de la invalidez absoluta, de reformas laborales totalmente insociales, de rebajando las ayudas sociales, de premiando a los ni-ni con una paga… A estas alturas ya nos conocemos todos. Para que no se note tanto, pitos y flautas como si la gente fuera tonta, les invitamos a grandes fiestas y montajes en la época en la que el pueblo lo está pasando mal ¿es eso acercar la política al ciudadano?
Las redes sociales nos ayudan a intercomunicarnos entre todos, a leer aquí y allí, a aprender, observar,… Tenía cierta esperanza de que la cosa cambiara, que mejorara. Pero la he perdido. Muchos conocen muy bien la teoría y eso me preocupa, más que si no la conocieran, porque entonces es que están haciendo las cosas mal con premeditación y alevosía. No hay víctimas ni verdugos. Hay personas que intentan hacer las cosas bien y otros que tienen el trabajo de impedírselo. Lo que todavía no se tiene muy claro es que una opinión en contra no es una crítica, es simplemente otra opinión. Cuando una de las partes adopta el papel de víctima, es una huida del debate, un no tener argumentos.
Libertad es dejar que todos trabajen, el fair play del deporte. Sólo debes preocuparte de tú hacer bien las cosas. Estando seguro de lo que haces no debería preocuparte de que el otro lo haga mejor o peor. Lo malo es cuando no te conformas, no sólo con tú no hacer nada, sino con poner palos a las ruedas de quien si quiere hacerlas.
Garantías y más garantías que en el fondo no son sino más de lo mismo.