lunes, 25 de julio de 2011

MIEDO

Pongo la radio y suena una canción que se titula así, “Miedo”. Caigo en que no es la primera vez que la escucho. Una vez, una amiga la colgó en mi muro de una red social. Entonces me gustó y ahora me hace reflexionar y por eso la he vuelto a colgar.
No es fácil reconocer que se tiene miedo. En realidad, pienso que el simple hecho de hacerlo constituye un acto de valentía.
El miedo, sin que llegue a ser una obsesión, forma parte de nuestra naturaleza. ¿Quién no siente o ha sentido miedo alguna vez?
Voy a confesar que yo si lo tengo y que se me ha acentuado últimamente cuando tantos cambios se han producido en mi vida.
Tengo miedo a no estar valorando suficientemente lo que tengo y que la vida se me esté escapando de entre los dedos. Por eso quiero aprovechar todas las horas posibles para hacer todo lo que me apetece, sobre todo si eso me produce bienestar.
Tengo miedo a que las personas que formáis parte de mi vida ahora, un día desaparezcáis. Y es que cuando menos te lo esperas aparecen personas que pasan a formar parte de tu día a día y te resulta difícil recodar como era tu vida sin ellas. Porque miro alrededor y me gusta lo que veo. Porque tengo interlocutores de altura (sin que esta tenga que ser necesariamente física) que consiguen mantener mi atención aunque la conversación sea sobre la cosa más absurda, lo que provoca unas risas que no tienen precio. Porque he encontrado complicidad, compañerismo, confianza, diversión, amistad, así , todo junto.
Y por ese miedo a perder a esas personas no me importa luchar y hacer lo que sea necesario, sacar tiempo de donde sea cuando alguna de ellas se siente mal y si no se puede hablar por falta de tiempo, pues se escribe, que también es una buena opción.
Tengo miedo a dejar de sentir lo que siento cuando te veo. A perder la sonrisa cuando te pienso. A no ser capaz de encontrar alguien como tú. A no estar haciendo lo suficiente y que un día me pueda arrepentir de no haberlo intentado, porque estoy segura de que el resultado sería muy positivo. Pero este miedo es irracional y difícil superar. Siento rabia de que mi cobardía no me deje ir más allá, pero no lo puedo evitar.
Tengo miedo a esta especie de locura que parece estar envolviendo el mundo y que el comportamiento inhumano sea capaz de causar la pérdida más terrible que puede existir, la de un ser querido. Porque viendo las noticias diarias, te das cuenta de que nadie está a salvo de nada y que la convivencia en el mundo se puede llegar a convertir en supervivencia.
Tengo miedo a estar ocupando pensamientos en temas banales, a estar perdiendo el tiempo en discusiones que no van a llegar a ningún lugar, a estar desviándome de aquellos principios que un día decidí aplicar. Por eso me produce ilusión la perspectiva de este año poder repetir mi viaje a los campamentos saharauis. Porque el ir allí representa el reencuentro con todos esos principios, con los valores más básicos. Al reencuentro con los amigos que allí dejé. Aquellos que tanta fuerza me dieron en su día y me permitieron ver la vida desde otro ángulo y me enseñaron a vivirla con intensidad.
Mis miedos me hacen más fuerte y forman parte de mi carácter. No me impiden ser valiente en otros muchos aspectos. No tengo miedo a mirar los problemas de frente. No me da miedo la adversidad y sobretodo no me da miedo afrontar la vida como venga. No me asustan la responsabilidad o el trabajo. No me asusta lo que me espera después del verano, algo para lo que me estoy preparando y en lo que espero aplicar todo el sentido común y obtener un buen resultado. Algo para lo que sé que no voy a estar sola porque tengo a mi lado a los mejores, en todos los sentidos y eso sirve para superar todos los miedos.

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