lunes, 18 de julio de 2011

PEDRO FRUTOS

Esta es una historia de valor, de coraje, de principios, de solidaridad, de humanidad, de esperanza, de virtudes y de hechos.
Es una historia real, con un nombre real, Pedro Frutos. Sé que no le va a hacer mucha gracia que escriba esto, o si, pero ya está bien de que sea él quien escriba la historia de otros a través de sus imágenes y sus relatos. Porque estoy harta de oír hablar de buenas personas, de personas que lo único que hacen es hacer lo que se supone que los seres humanos debemos hacer, convirtiendo en extraordinario lo ordinario y de que personas como él no reciban el reconocimiento que la sociedad les debe. Seguro que no lo quiere, segurísimo, pero eso no impide que de vez en cuando se le dé.
El caso de Pedro es sin duda especial. No sé si definirlo como buena persona. Lo que hace va más allá. Desde luego no es una buena persona a la usanza. Alguna vez ya he hablado de él y de su ONG K-9 de rescate canino, en otros escritos de este mismo blog pero hoy el protagonista absoluto es el.
Conocerlo es apreciarlo u odiarlo, no existen los términos medios. Algo propio de las personalidades excepcionales. Suele ocurrir que quien lo odia es porque ha probado su furia y ha tenido que oír una verdad que a lo mejor cualquier otra persona no se habría atrevido a decir, pero Pedro sí. También suele ocurrir que resulta incómodo para los apoltronados, los gorrones, los que viven en un mundo de fantasía construido a unos cuantos metros por encima del suelo. A estos los devuelve pronto a la Tierra con una sola frase.
Es un tipo sin pelos en la lengua, que llama imbécil al imbécil, que es capaz de plantar cara a cualquier incompetente internacional ya sea este el funcionario del aeropuerto del país que visite o el mismísimo presidente. Es un tipo íntegro, con unos principios y unos valores difíciles de encontrar en los tiempos que corren.
Cuando la Tierra azota y nos muestra su cara más atroz no duda en coger a sus perros y acompañado de otros miembros de la ONG, desplazarse hasta el lugar de la catástrofe para participar en el rescate de personas que hayan quedado enterradas bajo los escombros. Aún sabiendo que le puede ir la vida en ello. Aún sabiendo que muchas veces está en territorio comanche. Los gastos, la mayoría de las veces, corren de su cuenta.
Sus historias son tan reales como intensas. Igual te habla de la experiencia de cuando le apuntaron con un kalashnikov en Pakistán, le tirotearon en Indonesia, cuando encuentra personas con vida después de varios días de retirar escombros o de los días que se ha pasado en la montaña más cercana buscando a alguien que se ha perdido. Esas mismas experiencias son las que le permiten afrontar la vida mirando al frente y con la cabeza bien alta. Sin falsos escrúpulos. Y podrías estar escuchándolo durante horas. Esos viajes, el último a Haití, le han dado la cátedra en relaciones humanas, de las de verdad.
Sus ojos hoy cansados, han visto de todo y están cansados de luchar contra la dejadez, contra la individualidad, contra la pasividad, contra la hipocresía. El resto de la sociedad no nos podemos permitir el lujo de dejarle tirar la toalla. Es un luchador nato y hay que luchar a su lado para que todos esos defectos contra los que lucha no puedan vencerle. De vez en cuando recupera la fe en la especie humana y es entonces cuando vuelve el Pedro fortalecido, con ganas de comerse el mundo.
Si alguna vez tengo la desgracia de sufrir un accidente, rogaría a quien fuera que él estuviera allí. Él y su compañero fiel, su perro. Un animal al que sólo le falta hablar. Entre los dos hay química, mucha, ese feeling sólo posible entre almas gemelas y para darse cuenta de ello no hay más que verlos juntos.
Aunque las comparaciones son odiosas, ya no quiero que nadie más me vuelva a decir que soy buena persona, nunca más. Mi forma de ser no es meritoria. Yo no hago nada que no se suponga normal. La próxima vez que alguien tenga la tentación de hacerlo que piense en Pedro y en tantas personas como el que sí son excepcionales. Valoremos a los humanistas de verdad.
Desde aquí Pedro, te digo que para mí es un placer conocerte y que personas como tu hacen que el resto tengamos fe en la especie humana.
Gracias por estar siempre ahí cuando tantas y tantas personas, hoy anónimas pero mañana no sabemos, te necesitan. No te canses y no dejes triunfar a los que son simplemente mediocres. Esos no escriben la historia.

2 comentarios:

  1. Ostras marta conseguiste que se me hiciera un nudo en la garganta,jamas nadie escribio con tanta claridad¿quizas la sociedad pierde un gran periodista para favorecer a la politica?Simplemente queria decir gracias y gracias en toda la extension de la palabra,si bien es cierto que es muy duro el dia a dia,reconozco que conocer gente como tu lo hace mas llevadero desde el fondo de mi corazon gracias por tus palabras.
    pedro frutos/rescatista

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  2. uff Pedro, que eso venga de ti es muy grande!
    Mi vocación no es el periodismo, pero me gustan las cosas claras y justas.
    No te rindas!

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