domingo, 1 de mayo de 2011

UN AMIGO FIEL

Hoy me he sorprendido haciendo algo que no acostumbro a hacer. Pero me he dejado llevar por la situación y le he recomendado a un amigo que cogiera un perro para su hijo. No es algo que suela hacer si los padres no están concienciados de tener al animal. Porque no todo el mundo quiere tener la responsabilidad que supone la tenencia de un animal de compañía y ya sabemos lo que pasa, los niños se cansan y los padres que de un principio no querían…al final el que paga las consecuencias es el pobre animal.
Pero digo que me he dejado llevar por la situación porque me ha parecido entrañable ver como los dos, niño y perro jugaban, como se buscaban el uno al otro y luego la expresión de alegría en los ojos del animal (los estados de ánimo de un perro son extremadamente visuales) y en los del niño. Dejándose de mirar sólo lo necesario. Corriendo detrás de una pelota. Verdad es que escenas como esta, afortunadamente, se ven a menudo, pero hoy, no sabría explicar bien por qué (quizá sea que los conozco a los dos, porque hacía buen día o ve a saber) me ha parecido una escena muy bonita.
Cuantos recuerdos han traído a mi memoria!! Siempre he tenido perro en casa y he sido tan feliz que creo que todo el mundo debería conocer la experiencia. Agradeceré siempre a mis padres que nos dejaran crecer con esa compañía y que siempre tuvieran claro lo positivo que era para nosotros, a pesar de que no es lo que ellos hubieran preferido. Porque no se puede estar en contra si no se ha probado. Hace un tiempo ya escribí en este mismo blog sobre mi mejor amigo de la infancia y juventud, mi perro. Un pastor alemán llamado Duc que por mucho tiempo que pase no olvidaré.
Por casualidad, ahora tengo una gata (debería decir que tiene mi madre por que vive con ella y aunque al principio se oponía en rotundo, la enana se los ha ganado de tal manera que a ver quien se la quita). Es muy, muy cariñosa, hasta empalagosa y la experiencia con el felino está siendo también increíble. Aunque acude como si fuera un perrillo, y sé que me extraña cuando no estoy, echo de menos los saltos de alegría cuando vuelvo a casa (a pesar de que cuando voy a verla no se separa de mis piernas para que la acaricie), que sea más expresiva, que sea un poco más dependiente…De todas maneras recalco que la experiencia es fantástica.
A alguien le puede parecer una locura, como decía alguien a quien conocí un verano, ¿y a mi qué? A mí me pueden parecer una locura otras muchas cosas. Y lo que me vuelve loca son estos peludos, que nunca, nunca te fallan. Ojalá todo el mundo tuviera la ocasión de compartir con ellos un pedacito de su vida…seguro que ya no podrían vivir sin ellos. Me juego lo que sea.

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